Testigos de la era del exceso
Cuando en 2018 concluyó el 1er Certamen Arte por Habichuelas, ¿Qué es el Arte?, todos los participantes coincidimos en una cosa: Arte es básicamente un acto de comunicación.
Paralelemante yo he continuado experimentando desde entonces con contenidos generados automáticamente a partir de secuencias matemáticas, es el proyecto que denominé "Mensajes desde el caos" y que en esta web tiene su continuación como catálogo de mis obras actuales consecuencia de aquel proyecto inicial.
La intención de aquel proyecto era mostrar que, dado que en el Arte todo es válido, y una máquina podía generar automáticamente contenidos éstos contenidos podrían considerarse Arte.
En el transcurso de éstos últimos años he comprobado que aquello que consideraba un experimento ha sido la norma en cuanto a proliferación de contenidos en las redes, y en todas las iniciativas de internet (NFTs, marketplaces, editoriales, youtube, etc..). En algunos casos esta generación automática se ha mantenido oculta, porque no interesaba que se supiera que los contenidos habían sido generados por máquinas, y en otros se ha difundido y extendido en uso de la generación automática de contenidos, como por ejemplo la Inteligencia Artificia (IA) aplicada a la generación de imágenes (supuestas obras de Arte) y la creación de colecciones de NFTs mediante programas que generan y publican automáticamente los NFTs por lotes de cientos o miles de unidades.
¿Qué factor es el que determina que se tome la decisión de ocultar en algunos casos esta fabricación automática de contenidos y en otros se incentive públicamente su uso?
La explicación es bastante sencilla y me la ha revelado mi experiencia en multitud de ámbitos digitales. La razón está en la saturación del mercado de venta de contenidos de cada medio.
Me explico, cuando los portales que ponen a la venta sus contenidos detectan que se producen compras de los consumidores de sus contenidos, se cuidan mucho de mantener la idea de que dichos contenidos son de autor, es decir, han sido generados por una persona, nadie quiere gastarse el dinero en un contenido que puede generar automáticamente una máquina, la razón de ésto es que todos aceptamos todavía que los contenidos forman parte de una comunicación entre personas (como sucedía en nuestras definiciones de Arte), a nadie le interesa sentarse a hablar a solas con una máquina básicamente porque sabe que no hay otra persona detrás, porque no existiría entonces una comunicación humana válida.
Pero cuando el mercado se ha agotado y ya no se produce ninguna venta de contenidos (como ahora sucede con el mercado de los NFTs), entonces mientras subsiste la idea de que sigue existiendo un mercado para esos contenidos (ya es mentira, lo saben los que conocen las estadísticas reales, los propietarios de los medios) es el momento de los mercaderes de las herramientas que generan los contenidos automáticamente. Si en el caso anterior, cuando existían las ventas de contenidos, había una preocupación por el desbordamiento de información (flooding o exceso de contenidos generados automáticamente), en este caso del agotamiento de las ventas ya no es problema, ya que se sabe que no se venderá nada, entonces se propone fabricar cantidades ingentes de contenidos con la esperanza de que, entre el exceso de información, alguna persona encuentre una de las miles o millones de piezas que has generado automáticamente.
Para que esta sensación (de que estamos creando algo interesante cuando le decimos a una máquina que genere millones de piezas de contenido parecidas) funcione tiene que existir algo dentro de nosotros que permita que este disparate tenga sentido, y es nuestra inclinación natural al exceso, nunca tenemos suficiente de algo que nos gusta, nunca nos saciamos, hasta que deja de interesarnos y nos aburre. No existe un término medio. Como nos fascina el exceso la información generada automáticamente o flooding nos parece entonces válida, suficiente motivo para que los venderores de herramientas para generar contenidos automáticos puedan venderlas.
Entonces estamos creando un flooding que no interesa a nadie, con una consecuencia terrible ligada a este efecto y es que aquella persona que desee comunicar algo lo tendrá imposible en un medio inundado por el flooding automático, nadie será capaz de reconocer la autoría humana ni se podrá establecer ninguna comunicación. Es el fin entonces del propio medio.
Creo que estamos viviendo el internet en la segunda etapa, ya no se producen ventas de contenidos, porque sabemos que han sido generados automáticamente, son ahora los mercaderes de herramientas generadoras de contenidos automáticos quienes están ahora consiguiendo su beneficio. La consecuencia siguiente será la imposibilidad de la comunicación humana y por tanto el fin del medio, el fin del internet que conocemos.